POLONIA.- El Mando de la OTAN llamó a sus países miembros a pasar a una economía de guerra.
El titular del Comité Militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Rob Bauer, recomendó a los países miembros de la alianza pasar a una economía de guerra para hacer frente al conflicto con Rusia.
Luego del estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania, en febrero de 2022, los países occidentales que apoyan a Kiev aseguraron que respaldarían a su aliado político y militar con asistencia económica y bélica, pero sin buscar una confrontación directa con Rusia.
Sin embargo, en este inicio del 2023 distintos países europeos, en coordinación con Estados Unidos, determinaron el envío de tanques de alta gama a Ucrania para apoyar sus tareas frente a Rusia, una acción que el Kremlin consideró como de mayor involucramiento en el conflicto.
En ese marco, Bauer declaró en una entrevista con la televisión portuguesa que los países miembros de la OTAN deberían aumentar su producción de la industria de defensa. «Esto podría suponer priorizar ciertas materias primas, ciertas capacidades de producción necesarias para la industria de defensa en lugar de la civil. Deberían debatirse esas prioridades sobre, parcialmente, una economía de guerra en tiempo de paz», apuntó.
¿Qué es la economía de guerra?
Se denomina economía de guerra a la condición en la que, ante una situación bélica o de catástrofe, el Gobierno toma el control de la gestión de los recursos económicos del país a su cargo para enfocarlos en la atención al conflicto.
En concreto, un investigador francés, Philippe Le Billon, la define como el conjunto de actividades económicas que se organizan para financiar una guerra, que pasan por la producción, movilización y distribución de los recursos. Estas actuaciones influyen en los impuestos, el comercio o el racionamiento de bienes. El objetivo consiste en manejar la economía de tal manera que se termine por ganar la contienda sin descuidar a la población.
«El Estado, tomando las riendas de la economía, dará prioridad a las necesidades del Ejército. Todo ello implica medidas como la movilización de la población, el racionamiento, el control de la producción y el autoabastecimiento», subraya la plataforma educativa en línea Economipedia.
«La economía de guerra implica volcar todos los recursos de un país en la contienda, esforzándose no solo al máximo en el plano militar, sino poniendo la producción al servicio de las necesidades del Ejército. Esto supone que no solo se movilicen soldados hacia el frente, sino que la población civil también sea movilizada como mano de obra», abunda.
En una economía de guerra, explica el sitio educativo, el Ejército goza de prioridad en la gestión de recursos, por lo que podría derivar en racionamientos y usos de cartillas para el control de las distribuciones.
Además, el Estado articula un control sobre el sector primario, por lo que supervisa la producción de alimentos y la gestión de los recursos energéticos. También adquiere mayor relevancia la industria pesada, a cargo de la producción de material bélico.
«Igualmente, la urgencia de la guerra conduce en numerosas ocasiones a transformar la industria civil en una industria destinada a la producción de material militar. Así, las fábricas de automóviles pasan a producir carros de combate, la industria de la aviación civil fabrica aviones de combate o los astilleros civiles construyen buques de guerra», explica el portal de Economipedia.
Otra dinámica de la economía de guerra es la emisión de bonos de guerra, títulos gestionados por el Estado que ofrecen una cierta rentabilidad en el tiempo para familias y empresas que los adquieran, mientras en su adquisición se permite financiar sus proyectos.
«El riesgo de este instrumento se encuentra en que tras la guerra la economía y las finanzas nacionales se encuentran seriamente afectadas, lo que complica el cobro de los intereses», describe.