Los detractores del aborto en Estados Unidos advirtieron este viernes que su lucha no terminó con la sentencia del Tribunal Supremo que el pasado junio revocó la protección de ese derecho en todo el país: «No pararemos hasta que el aborto sea algo impensable».
La protesta que desde 1974 convoca cada año la organización March For Life tuvo esta vez una importancia simbólica. Se celebró en vísperas del 50 aniversario este domingo de la legalización del aborto y meses después de que la máxima instancia judicial estadounidense derogara su fallo de hace medio siglo.
Miles de personas, muchas de ellas estudiantes y con hábitos religiosos, acudieron al llamamiento en el National Mall, en Washington, en dirección hacia el Capitolio y el Tribunal Supremo, reflejando así que su batalla prosigue tanto en las calles como en las cortes.
«Este año conmemoramos nuestra victoria más significativa, pero no pararemos», dijo al público la presidenta de March for Life, Jeanne Mancini.
Cuando el Supremo revocó en junio el fallo «Roe contra Wade» dejó en manos de cada Estado la decisión de autorizar o no la protección voluntaria del embarazo.
«Fue un paso en la decisión correcta y una señal de que nuestras voces habían sido escuchadas», dijo a EFE Maggie Marciniak, de 27 años, que acudió a la marcha desde Pensilvania con la voluntad de mostrar su apoyo a las mujeres y a los niños nonatos y por medidas que «defiendan de verdad la vida».
Desde el fallo del Supremo, según datos de Planned Parenthood, la mayor red de clínicas de servicios reproductivos de EE.UU., 18 de los 50 estados han prohibido el aborto o lo han restringido severamente, y en 13 de ellos el acceso a ese servicio es en la práctica imposible aunque haya excepciones.
La batalla de los detractores del aborto, tal y como afirmó en el escenario el nuevo líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja, Steve Scalise, «ha durado décadas»: «Es importante que celebremos cada logro en el camino. Sigamos la lucha y ganémosla», sostuvo.
March for Life calcula que en Estados Unidos hay unos 900.000 abortos cada año y señala que esa cifra se espera que descienda hasta los 200.000 tras la sentencia del Supremo.
«El aborto es diabólico, es un asesinato. Hay que acabar con él completamente. La vida es un regalo», apuntó Luke Douglas, de 16 años, que llegó a la manifestación con compañeros de su instituto, el Trinity Christian School, del vecino Estado de Virginia.
Para muchos presentes el aborto no debe contemplar excepciones ni siquiera en caso de incesto, violación o cuando peligre la vida de la madre: «Siempre hay formas de proteger ambas vidas», añadió Mollie McCain, de 57 años.
El movimiento «provida» va más allá de la abolición total. En palabras de la Sociedad Estadounidense para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad (TFP), presente en la marcha, «no se debe descansar hasta que toda la destrucción moral que llegó con la revolución sexual haya acabado».
La Casa Blanca dejó claro este viernes que respeta el derecho a una manifestación pacífica, pero el presidente, Joe Biden, subrayó igualmente que su Administración no parará hasta restaurar el derecho al aborto en todo el país y hasta que el Congreso lo inscriba en la Constitución.